En la Escuela Espírita Allan Kardec propuse como tópico, para nuestro Conversatorio Espírita del pasado mes de septiembre: Los Retos de la Vida y cómo enfrentarlos desde la Perspectiva Espírita, puesto que a través de toda la vida había gozado de una buena salud, hasta que un día todo esto cambió de repente. Lo que antes parecía sencillo y podía hacer sola, ahora necesitaría toda la ayuda del mundo. Pero nunca he perdido el ánimo y la alegría por la vida y con esta propuesta quise que dialogáramos sobre esos retos que vienen a nuestras vidas, y qué estos pueden representar en nuestro crecimiento como seres humanos y espirituales.
Nuestras vidas están llenas de situaciones retantes, a todos los niveles: físicos, emocionales y espirituales. Quizás nuestro reto mayor es cómo enfrentarnos a las distintas situaciones y si estas se convierten en factores limitantes a través de toda nuestra vida o si, al enfrentarlas, nos proporcionan ganancias o beneficios, para nuestro crecimiento.
Siempre se nos abren oportunidades para superar estos retos y considero, que en mi vida, la Filosofía Espírita ha representado esa oportunidad única. La Filosofía Espírita representa un puente o escalera en nuestro progreso espiritual y emocional. Los retos (si los asumimos) representan escalones que promueven sanación y prosperidad, a cada paso. Al enfrentarnos a los retos es posible que nos caigamos en algún momento, pero el poder levantarnos nos proporciona un mayor crecimiento y conciencia, para nosotros y para otros seres que nos quieran emular.
El reto (a cualquier nivel: físico, emocional o espiritual ) nos puede llevar hasta un abismo de incomodidad, hasta lo desconocido; nos puede enfrentar al miedo, quizás buscando que nos podamos perdonar a nosotros mismos y/o a otros. Enfrentarnos a nuestros miedos es incómodo, pero tenemos que recordar que el roce, lo inusual, nos puede enfrentar a nuestros propios límites. En todo momento, somos asistidos por nuestros Espíritus Benevolentes, para así poder empoderarnos y crecer más allá de nuestros propios límites.
Los Espíritus Buenos y Benevolentes nos asisten susurrándonos al oído o inspirándonos en nuestro crecimiento. Ese miedo que podemos sentir, al ser retados por diferentes cuestiones en la vida, nos puede paralizar y hasta limitar las posibilidades de poder ver con claridad nuestras alternativas. El miedo, como el hielo, contrae nuestras posibilidades de crecimiento. Por otro lado, el amor expande nuestras posibilidades para superar nuestros miedos, al igual que para perdonarnos y perdonar a otros.
Los pueblos y las comunidades, al igual que los individuos, experimentan retos a través de sus existencias. Los individuos, al igual que los pueblos, son asistidos por los Buenos Espíritus a través de sus conciudadanos, en cada respectiva sociedad. Específicamente útiles son aquellos individuos que poseen un mayor nivel de desarrollo intelectual, pero especialmente prácticos son los que poseen mayores niveles de desarrollo moral/espiritual.
Los retos representan diamantes por ser pulidos y nuestra superación, como pueblos o individuos, dependen de enfrentarlos con el ahínco de vencerlos y obtener sus beneficios: el conocimiento y la experiencia. Cada ser humano y cada pueblo persiguen el ideal de Progreso Moral, como consigna que nos marca el rumbo hacia nuestro crecimiento moral y espiritual. El amor debe de ser la brújula que señale nuestro crecimiento personal y colectivo.
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